Ahíto, cansado, lleno, saciado
masticando la rabia de la tarde
te encuentra la noche
pensando en el coraje que faltó
o la cobardía que sobra
escupiendo
los restos amargos de un jornal
absurdo, mezquino.
Empujando
la piedra de Sisifo, o peor
entregandole el higado
a las águilas
Esperando que un Heracles
te salve, Prometeo
suburbano.
No vendrá el hijo de Zeuz
a buscar tu saber
ni a desencadenarte
Estarás años esperando
una revelación, un albur
un movimiento
un destino mejor que el de mirarte
en el fondo del vaso
naufragando.
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