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Mostrando entradas de junio, 2019

El viento trae un extraño lamento (Nocturnos 4)

Los primeros fríos del invierno traen  somnolencia y sequedad. Salgo a caminar de noche por el barrio, el silencio de la calle es fértil e imagino las escenas que transcurren detrás de los vidrios de las casas donde las luces titilan. Las ventanas cerradas, guardan el escaso calor y los afectos. El viento sur se levanta y mueve las hojas que quedaron  del otoño. Ajusto mi bufanda entrecierro los ojos y avanzo al abrazo de la noche mientras escucho el silbido del aire moviéndose y gritando como si una banshee me cantara un oscuro presagio

Ahíto, cansado... (Nocturnos 3)

Ahíto, cansado, lleno, saciado masticando la rabia de la tarde te encuentra la noche pensando en el coraje que faltó o la cobardía que sobra escupiendo los restos amargos de un jornal absurdo, mezquino. Empujando la piedra de Sisifo, o peor entregandole el higado a las águilas Esperando que un Heracles te salve, Prometeo suburbano. No vendrá el hijo de Zeuz a buscar tu saber ni a desencadenarte Estarás años esperando una revelación, un albur un movimiento un destino mejor que el de mirarte en el fondo del vaso naufragando.

¿Que sentido...? (Nocturnos 2)

¿Qué sentido tiene escribir poesía así, en verso libre sin rima, sin esfuerzo sin técnica dejando fluir el pensamiento? ¿Para quién escribo (aparte de mí mismo)? ¿Qué ejercicio de pedantería hace que considere importante dejar algo por escrito? Afuera hace un noche limpia y despejada que trae los primeros fríos. Lejos de casa algunos sufren el clima como un castigo. ¿Tendrán acaso ellos algo como la poesía que les dé una esperanza? Porque quizás esa sea la razón de escribir buscar una esperanza, algo a lo que asirse, una idea, una ilusión de permanencia en medio de un tiempo sin sosiego.