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Mostrando entradas de mayo, 2012

Llorando en el espejo

La línea blanca se terminó no hay señales en tus ojos y estoy llorando en el espejo y no puedo ver Serú Girán. Llorando en el espejo. 1 Una vez más Chelo se despertó mucho  antes de que sonara el despertador. La noche anterior había decidido que, en cuanto se fuera la visita, se empastillaba. Encontró la caja de Trapax en el fondo del botiquín del baño. Habían vencido hacía tres meses. -Suerte puta. Cuando estaban buenos no los necesitaba, y en cuanto se vencen me vuelve la angustia. Harto de dar vueltas en la cama y sobre todo, después de sendas patadas que Dina le metió en las pantorrillas para que dejara de molestar, decidió que era mejor levantarse. Le daba una poderosa envidia la capacidad para dormir de su mujer. Además sentía que era injusto que ella se quejara del movimiento o los ronquidos cuando, a su vez,  emitía toda clase de sonidos nocturnos: pedos, zumbidos nasales, golpeteo de dientes… Encaró para la cocina. Dina había dejado la mesa de la cena sin lev

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Doy gracias por los labios que no he besado, por las ciudades que no he visto, Doy gracias a las mujeres que me han dejado o que yo he dejado, lo mismo da. JORGE LUIS BORGES. Variación. 8 -Sos un pelotudo, un inútil, un idiota. -... -¡Contestame carajo! Seguro que ahora estás mirando a la nada con la cara de vaca que ponés cuando te hacés bien el boludo. -Alicia, te tengo que cortar. Cualquier cosa que me quieras hacer saber se la decís al abogado. Ah, me olvidaba, si el sábado no me dejás ver a la nena te voy a hacer parir la tenencia en el juzgado. 2 -¿No hablás nada vos? ¡Tonto! Decime algo.... ¿No te parezco linda? -Si. -¿Cómo me dijiste que te llamabas? -No te dije. Claudio me llamo. -¿Te gusta esta canción? -¿Cómo se llama? -¿No sabés que no se contesta con otra pregunta? -¿Y vos no acabás de hacer lo mismo? -Disculpame, ¿vos creés que a las chicas nos gustan que nos traten así? -¿Cómo así ? -Nada. ¿Te gusta Soda Stereo? -Maso. Me gus

Z

1 De todos los comienzos posibles para un relato este debe ser el peor: estoy en la calle, arrodillado, la cabeza abajo, el culo para arriba, con el brazo enganchado en un desagüe. El problema no es ni la incomodidad ni el ridículo. No deben quedar muchas personas que estén en condiciones de reírse de la posición en la que estoy. El asunto es que, aunque el mundo que conocimos no existe más, si llego a casa sin el anillo Elisa va a matarme. Claro, suponiendo que Elisa y las chicas estén vivas y en casa. Esto me pasa porque nunca fui lo suficientemente irresponsable, o no tuve la sangre fría necesaria para poder llevar a cabo una relación paralela sin preocuparme de las consecuencias. Cada vez que me encontraba con Daniela en su departamento de Nueva Córdoba me sacaba el anillo y me lo guardaba en el bolsillo. Tenía el prurito de que, de alguna forma, cometía un sacrilegio si lo tenía puesto cuando me acostaba. A Daniela no le mentía. Ella conocía perfectamente mi historia así c