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Mostrando entradas de 2010

Miseria de los esfínteres.

Dedicado a Mariana H. y Jorge  F . miseria . ( Del lat. miserĭa). 1. f. Desgracia, trabajo, infortunio. 2. f. Estrechez, falta de lo necesario para el sustento o para otra cosa, pobreza extremada. 3. f. Avaricia, mezquindad y demasiada parsimonia. 4. f. Plaga pedicular, producida de ordinario por el sumo desaseo de quien la padece. 5. f. coloq. Cantidad insignificante. De las muchas acepciones que la Real Academia Española establece para el término Miseria , la más adecuada para el caso que me ocupa es la de desgracia, infortunio, o quizás la de mezquindad y demasiada parsimonia. No así la segunda acepción Estrechez , ya que esta historia está relacionada más bien con la dilatación y el relajamiento. Ya lo había dicho Hamlet a Polonio: “ Aquí dice el malvado satírico que los viejos tienen la barba gris, la cara con arrugas, que vierten sus ojos ámbar abundante y goma de ciruelo, y que unen a una gran debilidad de carnes mucha falta de entendimiento ... Todo lo cual

Memento Mori

La muerte es siempre el misterio que nos espera al final de la vida. Un miedo atávico nos impulsa a creer que construyendo enormes obras, la civilización nos mantendrá alejados de lo inevitable. Sin embargo el hado fatal se agazapa y ríe de nuestras pretensiones, haciendo evidente su presencia de la manera más cruel: los peces de acuario. Existe un momento en la vida de todo padre en que debemos enviar a nuestros hijos a la escuela. Aquí es donde, silenciosamente, la barca de Caronte comienza a navegar hacia nosotros. Átropos, la más cruel de las hermanas fatídicas, el amargo segador, va a presentársenos de una forma vil. Alguna maestra jardinera, preñada de buenas intenciones, decide regalarle a todos los niños de la Salita Naranja un pececito de agua fría, un cauarasius, una carpa koy……. Las explicaciones son muchas y todas derrochan bondad: la conmemoración del Día del Animal, estimular el contacto con la naturaleza, desarrollar en el parvulito la responsabilidad hacia el otro.

El idioma de la abuela Rebeca

La abuela Rebeca nació en 1912 en una colonia agrícola de la provincia de Santa Fe. Criada entre inmigrantes no supo de la existencia del idioma castellano hasta que tuvo que ir a primer grado. A pesar de esta situación fue entre siete hermanas la única que completó la escuela primaria y la secundaria (hubo un hermano varón que llegó a ser médico, pero para eso era varón). Este contacto tardío con el español podría haber sido de una de las causas del uso tan extraño de la lengua que hacía mi abuela. No debemos descartar que en su casa los mayores hablaban poco. Su madre distaba de ser instruida y su padre callaba resignado ante la vida  que su mujer y sus hijos le daban. Eso sí, a la hora de maldecir e insultar, mi bisabuela podía blandir la chancleta acompañándola  de gritos de guerra en variados lenguajes eslavos, germánicos o semíticos.   Su repertorio favorito incluía expresiones tales como “Juligán” “Ipesh” o “paskuñak”. No se (ni sabré nunca) si a la hora de construir una fras