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Mostrando entradas de junio, 2012

Sarita

De Sarita, lo primero que nos viene a la memoria es, sobre todo, su andar cansino, arrastrando los pies. Recordaba las escenas finales de las películas de guerra: madre, habitante de un pueblo recién liberado, marcha hacia cámara, primer plano de  la mirada perdida de la mujer, y luego fundido a negro. Los ojos de Sarita también tenían tenían ese aspecto extraviado, pero tanto esto como el modo de caminar no  eran producto de la guerra sino de los primitivos antidepresivos que despreocupadamente le recetaba el psiquiatra, allá por la década del 70. Si esta forma de “estar en el mundo” ya hacía de Sarita un personaje bastante particular, agreguemos que, además de ser obesa y vestirse durante todo el año con blusas, faldas y conjuntos de estampado búlgaro, para terminar su arreglo personal, adornaba su cabeza con una peluca que, la mayoría de las veces, quedaba ligeramente torcida. El uso de pelucas y postizos varios no se debía a la moda de la época. Sarita era pelada como una rod