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Mostrando entradas de julio, 2014

La novia del guerrero (15)

No le gustaba estar encerrada en el departamento y sin embargo llevaba dos días sin salir. Liliana tenía la cara hinchada y sabía que exponerse al aire frío o al sol, solamente podían aumentar la inflamación. De todas maneras, algo bueno había resultado de esta última crisis de la rosácea: Sibila había enterrado el hacha de guerra y había dejado de hacer preguntas inconvenientes. Sentada delante del televisor, Liliana empezó a pensar en vaguedades hasta que estableció que desde el encuentro con Raquel y Moncho en “El Ruedo”, estaba soportando una muy mala racha de preguntas. La inspectora en la escuela, su hija, la Susy, Cacho e Irina Monti. Pero entre todos los malos momentos que había soportado, la entrevista con Monti era lo que más la había perturbado. Había algo pernicioso en esa mujer, y no llegaba a definirlo. Apagó el televisor y se quedó unos minutos mirando el reflejo de la habitación en la pantalla oscura. Se levantó a buscar una revista y al volver a verse en el cristal d

La novia del guerrero (14)

El verano siempre resultaba largo y aburrido. Como su padre era empleado de Tribunales, Liliana gozaba del privilegio de tener vacaciones mucho más largas que las de las familias de sus compañeros. Como contracara de este beneficio, su padre, el señor Petrini, gustaba de pasarlas en lugares donde Liliana perdía todo contacto con sus amigos. Mientras la mayoría iba a destinos serranos como Villa Carlos Paz o Río Ceballos, o los más afortunados llegaban a la costa atlántica, en Mar del Plata, los Petrini pasaban todo el mes de enero en Nono. Desde la partida, pocas horas después de haber brindado por un feliz 1974, Liliana había considerado que el viaje estaba maldito. Dos días antes de partir los padres habían iniciado una discusión inusualmente violenta, que se había disparado por la insistencia del padres en viajar por las Altas Cumbres, sabiendo que su mujer prefería el camino, más llano pero más largo, de Cruz del Eje. La conversación saltaba de desacuerdo en desacuerdo, hasta que

La novia del guerrero (13)

Cacho tenía buen aspecto. A diferencia de Moncho, no había subido de peso y conservaba todo el pelo en la cabeza. Tanto la ropa como el color bronceado de la piel, coincidían con la imagen que Liliana se hacía de los argentinos que triunfaban en Europa. Después de un minuto de análisis le surgió una duda: —Si vivís en Londres, ¿por qué estás tan tostado? —Antes de que le diera el stroke a mi vieja estaba vacionando en España. —Ah, claro. Liliana no sabía por donde abordar la charla. Le molestaba el aspecto de Cacho. En el fondo le provocaba una profunda insatisfacción comparar sus propios logros con los de su amigo. —…¿y qué tal España en verano? —Vos sabés. ¿No viviste ahí con el padre de tu hija? Liliana trató de no contestar en forma violenta. A pesar de que con Moncho y la Susy se permitía ser desconsiderada, de chica había aprendido que tenía que andar con cuidado con Cacho. —No Cacho. Por si no te acordás, mi exmarido no es el padre de Sibila. Además, él era de allá,y se