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Fotos

Reviso, con Mariana, viejas fotos.
Tenemos ya la edad de desarmar
las casas de los mayores. Bucear,
revisar, repartir, hacer duelos.


Hay, según si son sus fotos o mis fotos,
bautismos o circuncisiones. En ambos
casos, matrimonios, cumpleaños, visitas,
vacaciones, fiestas varias. Sombras


en blanco y negro. Imágenes de
momentos inolvidables que se han
olvidado. La promesa de la eternidad
no se cumple. Mueren las personas


y las fotos van perdiendo el sentido.
Nadie nos explica quien sonríe en el fondo
de la habitación, buscando nuestra mirada,
pensando que el momento es perpetuo.


Algunas son terribles: cortejos fúnebres
con carros de caballos. Catafalcos enormes
cargados por mujeres. Y luego, navidad,
comuniones, recuerdos de paseos por el parque.


A Roma se le suma Santiago del Estero,
La Falda y una pareja sobre un burro,
cumpleaños de quince, compromisos,
egresos. Viajes en tranvía. El mar.


El blanco del papel se come el negro
de la emulsión. La vejez de la foto
destruye los recuerdos. Como una
enfermedad. Como nos pasará a nosotros.

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