Leo a una amiga que pone en un poema
sus deseos, imágenes, fantasmas.
Habla de aturdimiento y taquicardia
y yo trato de remontar el hilo
de su pensamiento (como Montale
intentaba sostener el hilo de la memoria).
Ansía (¿será esa la palabra?) un encuentro
con otro cuerpo y otra alma.
¿Hay un alma? ¿Hay deseo?,
me pregunto mientras escribo.
El tiempo me ha hecho viejo
y descreído. Prefiero la paz
de la vejez. El otoño al verano.
Acomodar la silla y mirar la tarde
sin esperar nada. Ni siquiera
ver el rayo verde es un anhelo.
Y sin embargo la serenidad
es tramposa. Sospecho de la paz
porque antecede a la tormenta.
Y el deseo se enrosca y asalta.
sus deseos, imágenes, fantasmas.
Habla de aturdimiento y taquicardia
y yo trato de remontar el hilo
de su pensamiento (como Montale
intentaba sostener el hilo de la memoria).
Ansía (¿será esa la palabra?) un encuentro
con otro cuerpo y otra alma.
¿Hay un alma? ¿Hay deseo?,
me pregunto mientras escribo.
El tiempo me ha hecho viejo
y descreído. Prefiero la paz
de la vejez. El otoño al verano.
Acomodar la silla y mirar la tarde
sin esperar nada. Ni siquiera
ver el rayo verde es un anhelo.
Y sin embargo la serenidad
es tramposa. Sospecho de la paz
porque antecede a la tormenta.
Y el deseo se enrosca y asalta.
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