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El silencio (Nocturnos 7)

El silencio después del portazo,
el olor del aire justo antes del trueno,
el zumbido en los oídos después
de ser golpeado por la ola,
el tiempo suspendido del enojo,
la boca pastosa por la sed o el hambre,
el dolor de los músculos cansados,
las manos hinchadas, doloridas,
la desazón, la bronca, la ignorancia

no son nada más que indicios
de tu ausencia, de tu falta,
de la necesidad de tenerte al lado
y hablarte hasta cansarte,
de hartarte de palabras y de ruidos,
de llenar un espacio que se abre
y amenaza con tragarme y con tragarnos,
como si toda la materia de este mundo
me recordara cuanto me hacés falta.

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