Tanto las fiestas como el verano habían pasado sin pena ni gloria. El señor Petrini gastaba el tiempo de las vacaciones comparando cuantos muertos más consignaba el diario de la tarde respecto del de la mañana. Doña Nélida, hablaba con doña Cora, se refería con groserías a sus cuñados y desconfiaba de Elenita y Carmen. El control sobre su hija había vuelto a ser laxo porque Liliana misma había reducido sus salidas. La Susy la pasaba también recluida en su casa, bajo la mirada atenta de su madre, y Tito se había ido con sus padres a Santa Teresita. Moncho estaba más ocupado. Con el apoyo de su padre, que según el Rengo "era de la pesada", había empezado a militar en la Juventud Sindical Peronista. En cuanto Cacho se enteró le retiró el saludo. Raquel se había puesto de novia con un chico judío como ella, que pasaba discos en una boîte de Río Ceballos. Las pocas veces que Liliana había intentado hablarle por teléfono estaba durmiendo. Del Rengo no se sabía nada. Después de la...