No le gustaba estar encerrada en el departamento y sin embargo llevaba dos días sin salir. Liliana tenía la cara hinchada y sabía que exponerse al aire frío o al sol, solamente podían aumentar la inflamación. De todas maneras, algo bueno había resultado de esta última crisis de la rosácea: Sibila había enterrado el hacha de guerra y había dejado de hacer preguntas inconvenientes. Sentada delante del televisor, Liliana empezó a pensar en vaguedades hasta que estableció que desde el encuentro con Raquel y Moncho en “El Ruedo”, estaba soportando una muy mala racha de preguntas. La inspectora en la escuela, su hija, la Susy, Cacho e Irina Monti. Pero entre todos los malos momentos que había soportado, la entrevista con Monti era lo que más la había perturbado. Había algo pernicioso en esa mujer, y no llegaba a definirlo. Apagó el televisor y se quedó unos minutos mirando el reflejo de la habitación en la pantalla oscura. Se levantó a buscar una revista y al volver a verse en el cristal d...