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Atravesado por el frío (Nocturnos 5)

Atravesado por el frío acomodo 
un tronco más en el hogar tratando 
de no ahogar el fuego y pienso
hasta que el pensar se convierte 
en un enumerar sin sentido
una lista apenas 
de objetos de muebles y personas
de tiempos momentos y lamentos
palabras ideas recorridos.

Es tarde, ¿o es temprano?
el sol asoma por oriente
(¡que falso, que antiguo,
que cursi lo que digo!)
y las últimas sombras de la noche 
dejan paso a las brumas del día.
Una neblina espesa brota 
del asfalto y lejos escucho

el rumor de los motores arrancando.

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Choque

Retumban desde lejos, como un eco como un requiem: tus pasos son muy lentos, majestuosos. Me llevo la mano a la cara, me acomodo el cabello (frondoso todavia, a mi edad) y te miro llegando, ¿cómo puede la belleza conjugarse en tus pisadas, en tus manos, en tu pelo, en tu mirada triste, en el  borde de tu boca, en el ruedo de tu falda? Evitamos mirarnos por un rato. Levantaste la tapa del teclado del piano, y jugaste con las teclas, sugiriendo una frase, golpeando apenas con los dedos en las notas. ¿Qué  viene de afuera? Por la ventana se cuela el  ruido de una radio, un auto interrumpe tu misterio. Tu belleza sigue entera, pero el  momento se ha quebrado. Quizás nunca  vuelva a verte así. De la esquina viene un estruendo de vidrios rotos y metales golpeteando, gritos, pasos, arrebatos. Ambulancias, sirenas. Nadie ha muerto pero siento que algo se ha perdido. ¿Cuantas veces más podrá revelarse la belleza? ¿Una, dos? O nunca.  

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