No me gusta alejarme de mi territorio. Solamente salgo de la Seccional Sexta si es por alguna razón realmente importante o para conseguir algo que no hay en el barrio. Las pocas veces que eso sucede tiene que ver con conseguir algún condimento o algún fiambre, con lo cual, mis expediciones no van mucho más allá del Mercado Norte, o del Almacén de Mario, en la calle Deán Funes. Esta vez, en cambio, tuve que incursionar en el Mercado Sud. ¿Se han preguntado ustedes si existe alguna razón oculta detrás de la forma en que está organizada la ciudad? A mi esa duda me ataca cuando pienso en lo diferentes que son los dos mercados. Para mí, funcionan como dos polos que crean una corriente de energía alrededor de la cual se disponen los objetos, los edificios y las personas. El territorio Mercado Norte es luminoso y lleno de vida. Los olores de los tambores de aceitunas, de las especierías invitan a probar. En las veredas, los puestos de las bolivianas revientan con sus limones y ajíes enor...
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