Según Flavio Josefo existió un tal Joshúa
que murió en Palestina crucificado,
y según sus amigos regresó a los tres días.
“Su conducta era buena y era virtuoso….
sus discípulos no lo abandonaron”, y no
dice mucho más. El resto es duda.
Luego vinieron las interpolaciones y agregados,
los edificios y los dogmas. Las persecuciones:
a veces perseguidos, otras perseguidores.
No imaginó Josefo que el entonces Imperio
sería reemplazado por otro, y luego otros,
tanto o más sanguinarios, y enormes, y crueles.
Mientras tanto, de Joshúa, y su hermano
Jacobo, nos quedaron apenas versiones,
leyendas, sobre estos judíos y su grupo.
Y su lucha contra Herodes, Pilatos y Tiberio
es, a veces, un relato, extraño y retorcido
que justificó a las Romas que siguieron.
Comentarios
Publicar un comentario