Ir al contenido principal

Choque



Retumban desde lejos, como un eco

como un requiem: tus pasos son muy

lentos, majestuosos. Me llevo la mano


a la cara, me acomodo el cabello

(frondoso todavia, a mi edad) y te

miro llegando, ¿cómo puede la belleza


conjugarse en tus pisadas, en tus manos,

en tu pelo, en tu mirada triste, en el 

borde de tu boca, en el ruedo de tu falda?


Evitamos mirarnos por un rato. Levantaste

la tapa del teclado del piano, y jugaste con

las teclas, sugiriendo una frase, golpeando


apenas con los dedos en las notas. ¿Qué 

viene de afuera? Por la ventana se cuela el 

ruido de una radio, un auto interrumpe tu


misterio. Tu belleza sigue entera, pero el 

momento se ha quebrado. Quizás nunca 

vuelva a verte así. De la esquina viene


un estruendo de vidrios rotos y metales

golpeteando, gritos, pasos, arrebatos.

Ambulancias, sirenas. Nadie ha muerto


pero siento que algo se ha perdido.

¿Cuantas veces más podrá revelarse

la belleza? ¿Una, dos? O nunca.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

El idioma de la abuela Rebeca

La abuela Rebeca nació en 1912 en una colonia agrícola de la provincia de Santa Fe. Criada entre inmigrantes no supo de la existencia del idioma castellano hasta que tuvo que ir a primer grado. A pesar de esta situación fue entre siete hermanas la única que completó la escuela primaria y la secundaria (hubo un hermano varón que llegó a ser médico, pero para eso era varón). Este contacto tardío con el español podría haber sido de una de las causas del uso tan extraño de la lengua que hacía mi abuela. No debemos descartar que en su casa los mayores hablaban poco. Su madre distaba de ser instruida y su padre callaba resignado ante la vida  que su mujer y sus hijos le daban. Eso sí, a la hora de maldecir e insultar, mi bisabuela podía blandir la chancleta acompañándola  de gritos de guerra en variados lenguajes eslavos, germánicos o semíticos.   Su repertorio favorito incluía expresiones tales como “Juligán” “Ipesh” o “paskuñak”. No se (ni sabré nunca) si a la hora de construir una fras

Gaza 2021

Cruzan las luces el cielo. Son misiles, no estrellas fugaces ni cometas, no. Morirán personas que mañana serán números en un diario, solo manchas de tinta. Ya nadie se acuerda cómo empezó esto. Si Yahveh, sus profetas, o los romanos… O quizás la diáspora o Masada? No lo se. Pero en algún lugar los cadáveres huelen. Y los hijos y los padres de cualquier bando no hacen más que pedir por sangre y una tierra, por la que salen a matarse día a día. Ya nada augura otra cosa que pólvora y venganza. Habrá un mañana (siempre hay) pero igual  que ayer y que anteayer. Una sucesión  interminables de cuerpos, de podredumbre y muerte, en nombre de un dios ausente.