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Precisión histórica y aburrimiento: El caso de "El Hombre del Norte"

      Una de las primeras cosas que se aprendía en la carrera de historia era las diferencias entre historia e historiografía, y entre los datos y la reconstrucción o relato histórico. Para hacerla cortita, uno tenía que tener claro que cualquier historia que se relatase, terminaría de alguna manera hablando también de nuestro tiempo, además del período que pretendía reconstruir.     Otra cosa que se aprendía, pero con el correr de los años y las lecturas, era que la precisión y la calidad científica no se emparejaba así nomás con la calidad literaria. Nadie dudaba de la genialidad de Tulio Halperín Donghi, pero tampoco había estudiante alguno que se entusiasmara con su prosa.     Por otra parte, y esto lo aprendí saltando entre la escuela de Historia y la de Letras, me fui enterando que la coherencia de los relatos, depende muchas veces de las reglas internas del universo que crea el autor. A veces una aventura espacial era más creíble que una crónica periodística.     Todo esto viene
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Muertos

  Un muerto es un muerto, o eso creemos. A veces es más. O es menos que eso. Un muerto puede ser una pancarta, o una insignia, una moneda de cambio, o una cifra. Hay muertos de los que nadie se acuerda, y hay otros de los que debemos acordarnos por decreto. Muertos que nadie reclama, tirados en una zanja o en la mesa de una morgue. Y otros que no se van, aunque queramos. Salimos a gritar por nuestros muertos, competimos por ellos, los ponemos en tablas de posiciones, en un torneo de muertos célebres y reivindicables. Nos esforzamos en que la bandera de nuestro muerto sea mejor que la del muerto enemigo. Mientras tanto, poco hacemos por los vivos, que de una manera u otra llegaran a ser muertos para que unos y otros exhiban o denuesten. País perverso es este en que vivimos, esperando la muerte solamente  para tener qué cargarle al oponente.

Habana 87

  Cuando en el verano de 1987, algunos de mis conocidos viajaban a la Florida para sumergirse en el templo de la alegría capitalista que era (y debe seguir siendo) Disneyworld, mis padres me llevaron a conocer Cuba. La Cuba de entonces no era el destino de las empresas españolas de turismo. Todavía existía la URSS, por lo que la isla se dedicaba sobre todo a enviar azúcar a los rusos, y a recibir el turismo del bloque socialista: gente de un color blanco imposible, aún para mí, que desciendo de moldavos y ucranianos. En la Argentina de 1987 irse a Cuba era para los curiosos o los socialistas. Como mi familia pertenecía a este segundo grupo, habíamos contratado un paquete turístico que incluía en partes iguales, destinos de playa, de historia colonial e historia revolucionaria. Íbamos a conocer el caribe, y a la vez, empaparnos del humanismo socialista, supuestamente tan lejano al consumismo desenfrenado de la Florida.  Para llegar, había que subirse a un avión de Aeroflot que condensab

Odiseo (Ítaca 5)

¿Qué pasará después de poner sus pies en las arenas de Ítaca, qué será de mi casa? ¿Qué creerá Penélope de los relatos de las batallas y los viajes? ¿Y si Troya jamás existió? ¿Si todas las mañanas despertaba, y del otro lado de la cama estaba el cuerpo amado? Quizás siempre estuve al lado de Penélope. ¿Por qué habría dejado entrar a los pretendientes, descuidado a Telémaco? ¿Qué clase de hombre será Telémaco? ¿Qué aventura ha sido esta? ¿Dónde están están Polifemo, o Calipso? ¿A quién cantaban las sirenas? Me encuentro en Ítaca. ¿Reconoceré a mi mujer y a mi hijo? ¿Podrán reconocerme? Así estoy: de regreso,  confiando en la generosidad del amor,  esperando.

Telémaco (Ítaca 4)

¡Ojalá que fuera vástago de un hombre dichoso que envejeciese en su casa, rodeado de sus riquezas!; mas ahora dicen que desciendo, ya que me lo preguntas, del más infeliz de los mortales hombres. ODISEA. Canto I ¿Qué es un hombre? ¿Qué sentido tiene ser el príncipe de Ítaca? ¿Qué obligación me empuja hacia el mar, en busca de Néstor y Menelao? ¿Qué honor debo limpiar?, ¿a quién debo servir? Ninguna respuesta. ¿Tendré que navegar como Odiseo, en busca de una costa donde queden mis huesos desnudos? ¿Quién es Odiseo?, o mejor dicho,¿quién era Odiseo? ¿Qué es un padre? ¿O acaso seré hijo del mar y al mar debo volver? Méntor me alienta a que navegue. También a que mate a los pretendientes. Nadie ha preguntado nunca qué quiere Telémaco. Si es que Telémaco existe. Si es que Telémaco desea. Si es que Telémaco tuvo padres. Si este cuerpo es algo más que un huerfano. Al mar. A por respuestas.

Circe (Ítaca 3)

—Ve ahora a la pocilga y échate con tus compañeros. Así habló. ODISEA Canto X Puede ser que me hayas encontrado ya alguna vez. A lo mejor en mi isla, o navegando el Egeo, o me cruzaste en un ascensor. El hecho de ser eterna me hace difícil entender el tiempo. No creo  que me reconozcas. Dicen que mi cuerpo es atlético y bien formado. Si viste el retrato que me hizo Waterhouse, no me hace justicia. A lo mejor fuiste mi amante o mi sirviente, estuviste en mi palacio y comiste de mi mesa, te recostaste en mi pocilga o en mi cama. Después de tanto tiempo no recuerdo a todos. Tuve hijos. Con Odiseo. Y con Telémaco. Si te escandaliza, deberías saber que tu juicio no tiene ninguna relevancia para mi. Recuerdo cuando hace años Odiseo se sentó a mi mesa. Tenía miedo. Hermes le había advertido quién era yo. Sabía la suerte de sus marineros. No escapó. Por eso me pareció atractivo. Del mismo modo en que los gatos se sienten atraídos por los ratones, decidí que podía jugar un poco c